Para hablar de esta festividad tenemos que remontarnos a la época colonial, cuando un grupo de misioneros llamó a San Juan Bautista, patrón de la Amazonía peruana, para celebrar su natalicio, dado que este personaje bíblico fue el responsable del bautismo de Jesús en el río Jordán, hasta el día de hoy existe una conexión muy fuerte entre esta festividad y el agua, por lo que se celebra en fuentes, ríos y lagunas.
Es bueno recalcar que esta festividad no se celebra como hace 15 o 20 años atrás, lo bueno de remontarse al pasado es pensar en lo simple que fueron las cosas y del sentir verdaderamente que antes nuestras tradiciones las podíamos disfrutar a modo de ritual anual en donde se sentía la unidad y animosidad por la llegada de esta fecha, el pensar a que laguna iremos a recibir el “Baño Bendito” que es la purificación y bendición en los Ríos Amazónicos.
En nuestra región, esta festividad cobra especial importancia por el carácter simbólico que le otorga la relación milenaria que la une con el agua, elemento vital en toda la Amazonía.
Nuestra fiesta tradicional si bien se sigue celebrando, ya no es tan tradicional y carece de lo que antes sobraba " Corazón " y sentido de pertenencia a tal grado de solo tener un pretexto para salir y embriagarse, pero vamos, tampoco le hago el feo a esa idea, solo que antes se sentía ese aire distinto de despertar temprano a realizar los preparativos para nuestro Juane, saltar la fogata en señal de purificación, dejando espacio a nuevos deseos para lo que falta del año, o quedarse despiertos una noche antes esperando ver brillar a lo lejos la señal de que algún tesoro escondido existe en nuestro patio trasero.
Esta hermosa celebración tiene demasiados elementos que nos hacen únicos, tal como la gastronomía, música, religiosidad y la cultura ancestral que engloba una festividad que esperamos no se pierda con el pasar de nuevas generaciones.
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